Narrada en primera persona, cuenta la historia de Maria Margarita, una niña que va al cine y, cuando llega a casa, debe contar la película a sus cuatro hermanos y su padre, quien no podía pagar entrada para todos los miembros de la familia. Más adelante, su familia no será la única en presenciar sus actos... Al menos hasta la llegada de la televisión.
Ambientado en el norte de Chile, lugar de todas las novelas/cuentos del autor, esta novela corta (la versión que poseo tiene apenas 125 páginas con una letra muy generosa para los que somos medio ciegos) narra el esplendor de la llegada de los cines a la pampa hasta su decadencia, a través de un personaje inolvidable y trágico como lo es Margarita, una niña que asume su lugar como bastión de la familia (carece de madre, sus cuatro hermanos se van perdiendo en el camino y su padre está lisiado, algo que no sería gran cosa si es que tuviese un caracter fuerte). A medida en que el cine decae también lo hace ella, sufriendo pérdida tras pérdida, decepción tras decepción... Y, sin embargo, se mantiene en pie, por lo que queda de su familia, por la figura siempre presente en sus pensamientos de su madre y por ella, finalmente por ella.
Mucho se ha criticado al autor de ser cliché o utilizar lenguaje en desuso (cosas con las que estoy en total desacuerdo, porque me parece un muy buen exponente nacional) pero, en esta oportunidad, han sido todo alabanzas. ¡Y con razón! La obra en si es tremendamente lacrimógena, pero complicada de olvidar una vez se lee. Es genial y, aunque esté ambientada en Chile y narre sucesos de las salitreras chilenas, pienso que es totalmente entendible para cualquiera. La recomiendo completamente.
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